Solo el
edificio es espectacular. Esas construcciones que ya ni se sueñan. Donde cada
rincón tiene una figura distinta, donde los muros están vestidos de perfecto
orden y habitados por innumerables bestias pétreas, donde cada ladrillo cuenta.
En el interior la piedra y el metal parecen flotar en espacios de aire y de luz.
En medio de las vidrieras y balcones de la nave central, bajo un techo decorado
con plantas de todos las cuatro esquinas del mundo, enfrentada la majestuosa
escalinata central, decidieron construir un puente. Sí, un puente dentro de un
edificio, porque sí, ¿por qué no?. Y para velar sin descanso por las obras que
allí se exhiben, cubrieron cada rincón con alguna criatura dispuesta a cobrar
vida en cualquier instante.
La
mayoría de las vitrinas son preciosos armarios de madera y vidrio que guardan fósiles,
animales disecados, maquetas, piezas geológicas…Hay esqueletos de dinosaurios, de
especies extintas, ¡incluso de una jirafa!. El discurso expositivo está muy
por encima de la de la inmensa mayoría de los museos españoles que he visitado,
y no es porque las colecciones sean peores o carezcamos de profesionales
formados y talentosos. Las zonas de dinosaurios y la de animales marinos son
las más didácticas. Los dinosaurios están abarrotados por niños, asustados
algunos por los robots que se mueven y rugen. Del techo de la zona de los mamíferos
cuelgan un montón de delfines y cetáceos, incluso un esqueleto inmenso de una
ballena con sus ballenas y todo (no tienen dientes, tienen ballenas). Parecen nadar
por encima de elefantes, ciervos, mamuts… también hay una zona repleta de
juegos sobre el cuerpo humano, con una maqueta de un feto asquerosamente
enorme, insectos, desastres terrestres, peces,
reptiles…
Además hay
pequeños artilugios didácticos magníficos que no sé si serán antiguos o solo lo
simulan, pero son preciosos. En sitios como este queda claro que las películas no se han inventado nada. Si te
inspira Harry Potter o cualquier otra, vas a flipar con el mundo real. Hay una
vitrina casi circense que ilustra la alimentación de algunos insectos, otras
que juegan con el efecto Pepper (juego de espejos y luces) para explicar la
reproducción de los cangrejos entre
otras cosas, o unas maquetitas parecidas al juego de las carreras de camellos
de las ferias.
Qué se
puede decir de las colecciones. Habrá a quien le decepcionen, porque somos
gente “culta”, “gente de mundo”, que ha tenido una educación, que ha visto
fotografías y vídeos de los lugares más remotos del planeta, que incluso puede
visitar zoológicos y que se cree moralmente muy por encima de la conservación
de cadáveres. Pero seguro que hay más de un animal que no sospechabas que exista o que haya existido. Seguro que nadie te había dicho que esa orgullosa ignorancia
extinguió especies enteras en tan solo 20 años. Y no quedaría rastro ni de esas
maravillas de la naturaleza ni de esos errores irrepetibles si no fuera por el
ansia conservadora de esos ricos que se aburrían en sus casas y viajaban
acumulando todas las cosas “grimosas” que encontraban. Aquellos que seguían a las sirenas, leviatanes y monstruos de leyenda hasta encontrarlos. Que contaban historias
de seres aún hoy increíbles y hacían pinturas poco realistas.
No puedo imaginarme
cómo debía de ser tener una visión tan limitada del mundo y que de repente
alguien te trajese un bicho disecado más raro que los seres mitológicos de las
historias, o un cuadro con una escena del otro lado del mundo. Debía de ser una
minúscula luz maravillosa en tanta oscuridad, una diminuta ventana hacia un horizonte que jamás
podrás alcanzar. Y nosotros ni lo miramos dos veces, incluso lo despreciamos
como insuficiente, ridículo, asqueroso o innecesariamente morboso. Pero el mundo es maravilloso.
Para ver
solo hay que querer mirar.
Huella de dinosaurio en arena fosilizada. |
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