Cada cual prefiere la suya y en realidad es más por costumbre que por otra cosa. Cuando le tienes cogido el punto a algo, sea lo que sea, se nota.
Yo he tenido la oportunidad de usar durante bastante tiempo los tres sistemas. Tras los éxitos y fracasos de como mínimo 6 meses no tengo muy claro que elegiría pero sí que os puedo contar ventajas y dramas de cada uno.
Vitrocerámica: es eléctrica como la inducción, pero son diferentes. No todos los cacharros son aptos para la vitro, aunque hoy en día hay tanto donde elegir que ésto no es un problema. Las mayores diferencias que he encontrado con respecto a la inducción es que tarda muchísimo más en coger calor, pero es verdad que luego lo puedes apagar un poco antes y aprovechar el calor el calor residual que se pierde lentamente. La mayor desventaja es que está caliente por lo tanto, te puedes quemar, se te pueden quemar los trapos o la cuchara de madera que dejas apoyada sin querer (como el fuego es un dibujo, a veces pierdes el limite con las prisas) y sobre todo la comida se queda pegada y tienes que esperar a que se enfríe, una vez quemada y asquerosa, para poder quitarla.
Inducción: como va por impulsos eléctricos se pueden usar cacharros de hierro, pero seguimos teniendo que buscar aquellos que sean aptos. Tarda poco en coger calor pero las diferencias entre los grados son muy marcadas y rápidas, lo que no es ni bueno ni malo, solo un punto a tener en cuenta. También son bastante estables, es decir puedes tener algo al 2 que no va a subir más de temperatura aunque esté horas, si tienes algo hirviendo y lo bajas, prácticamente al instante deja de hervir. La mayor ventaja es que no quema, ni la mano, ni los trapos ni nada. Puedes apartar la cazuela y limpiar la comida derramada en seguida, sin esperar a que se enfríe ni quitar el fuego. Es una bendición.
Fuego: a mi siempre me ha dado miedo, tanto por el tema de encenderlo como por los peligros del gas. Pero le he cogido mano y estoy encantada. Calienta divinamente, sirven todos los cacharros incluidos los de barro y es fácil de controlar, aunque creo que menos preciso que los eléctricos. El recuerdo que yo tengo de pequeña es que era muy sucio y un rollo de limpiar, porque tenía muchas piezas y recobecos, pero en el modelo que uso ahora es sencillísmo, así que la limpieza es casi igual que la de los otros sistemas, además de que es muy resistente, no se araña ni golpea. Lo único que es más engorroso es la rejilla de arriba.
Gas natural o butano: no puedo hablar del gas natural porque no lo he tenido, aunque es evidente la ventaja de no tener que cargar con la bombona ni preocuparte de quedarte sin ella, o almacenar un gas peligroso en casa. Pero mi experiencia con el butano ha sido sorprendentemente buena, y eso que no tenía ni idea. Gasto cero patatero, cero que no lo cuento ni en los gastos de la casa. No tengo gasto mínimo, osea que solo pagas las bombonas que consumes y supongo que alguna revisión de las instalaciones cada cierto tiempo. Pues cada bombona está a unos 15€ y vengo a gastar con agua caliente y cocina menos de dos bombonas cada 6 meses. ¡Unos 30€ cada 8 meses! ¡maravilloso! Entiendo porqué tanto interés económico en que se deje de usar. Lo que no sé es el impacto ambiental que tiene, aunque hasta que la electricidad venga de fuentes verdes tampoco tiene mucha defensa.
En conclusión creo que me quedaría con la inducción por su limpieza y seguridad o con el fuego de butano por su bajísimo coste.
No hay comentarios:
Publicar un comentario